Esta es la historia de como me convertí es esta cínica que soy, de como
alguien como yo puede terminar así. No son pocas las caras de la
soledad. Ya saben: se puede estar solo en una fiesta de declarados
amigos, en un asado familiar, en una mesa ruidosa de ex compañeras del
secundario; se puede estar sola en la ciudad -a todas nos ha pasado-
aunque todos los flacos te miren y te murmuren cosas cuando pasás. Pero, ¿saben que? también estamos solas cuando al amor lo encontramos online: lo leemos, lo sentimos, pero no lo vemos. Cuando las pruebas sólo son escritas, duele.
Desde chica , sin que nadie me lo explicara, aunque todos me decían que
no, entendí que iba a estar sola y asumí que estar sola cuesta mucho,
duele en el cuerpo, enferma. Que no tener en quien apoyarse pesa y
duele. Me dí cuenta rápido de que los cuentos infantiles que terminan
siempre bien son sólo cuentos. De chica intuí que hay que confiar poco y
en pocas personas; ahora comprobé que hasta el mejor amigo, que hasta el hombre de tu vida puede traicionarte.
Que los humanos somos sólo humanos y por eso decepcionamos. Ahora
pienso que si alguien me lo hubiera dicho desde el principio, habría
sido todavía mas cautelosa. Hubiera confiado menos y me hubiese dolido
menos. Pero no hubiera aprendido nada ni estaría aquí, contando esta
historia de ilusión y desgarro que es la mía. Claro que mi cuerpo no
resiste ni cien minutos, ni cien segundos mas de esta agonía. Escucho
por décima vez, "Good enough" y espero a que las pastillas hagan efecto. Me duele el engaño. Me duele pensar que ya no voy a conocerlo. Me consuela saber que existe en mi cabeza, que ahí vive para siempre perfecto. Cuento esta historia con las pocas fuerzas que me quedan, cuento con lo poco que me queda de memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario